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Mostrando entradas de marzo, 2019

LA FLOR MAS BELLA

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Largos y esbeltos eran sus tallos, su piel blanca y sedosa como los pétalos de un jazmín; el cabello dorado, como el sol, como los narcisos que cada temporada florecían bajo su ventana. Era un espectáculo verla recostada en una lona de colores, sobre el césped, leyendo una revista trivial. O pasearse, meneando sus hojas, por el fondo de la casa, mientras yo en el lote de al lado, me afanaba en sacar malezas y podar los arbustos del jardín. Cada jueves, recorría en mi camioneta desvencijada, las 25 cuadras y media que separaban mi casa, de la casa de mi patrón; donde cada jueves limpiar el patio y regar las plantas, eran más un placer que un trabajo. Por supuesto que yo era invisible. Un insecto más, tratando de acariciar con sus alas, aquellas cálidas mejillas. Habían pasado tres años desde mi descubrimiento de aquella hermosa, hermosísima mujer. Tres largos y solitarios años de soñarla, desearla, imaginarla… tres años en los que jamás me dedicó la bondad de una simple mirada

LA BRUJA DE CASTAÑEDA

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A las tres sale la bruja. Dicen que los ojos le brillan como a los gatos de noche y traslucen la maldad. A las tres sale la bruja. Dicen que tiene las manos deformadas por tantas maldiciones gesticular. A las tres sale la bruja. Dicen que el pelo se le volvió gris después de pactar con el demonio. A las tres sale la bruja. Dicen que vuela sobre las viñas, sentada en una escoba. A las tres sale la bruja. Dicen que esta noche, que hay luna llena, va a cobrarse una víctima inocente. A las tres sale la bruja. Son las dos y media, habría que ir a detenerla. A las tres sale la bruja. Dicen que su magia no repele un balazo de escopeta, pero llevemos ajos también por las dudas. A las tres sale la bruja. Se prepara la pueblada con palos y cadenas. A las tres sale la bruja. Son las dos y cincuenta y la finca de la esquina permanece a oscuras. A las tres sale la bruja. Las casas de todo Ortega aguardan vacías y expectantes el final de la cacería. A las

MONUMENTO AL DOLOR

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Mi alimento es el dolor. La destrucción. La muerte. En menor o mayor medida, en barrios, ciudades o países enteros. No importa. Donde hay una bala hay guerra. Y Guerra soy yo. Tengo domicilio permanente en países de Oriente Medio, aunque oscilo de aquí a allá, viajando en tanques y sobre misiles. En corridas de refugiados. Soy las manos de un niño armado. Me cargan sobre sus hombros los miles de heridos que tratan de escapar de mi. Y aquellos que quedan bajo mis escombros. Me visten de religión y de política, de estrategias económicas. Me manchan de petróleo. Cuando mi verdadera identidad es el poder. El poder de prevalecer, de conquistar, de someter. Hoy estoy en todos los titulares de los diarios. Siria duele. Duele en Siria y duele en todo el mundo. Las cifras son alarmantes Y el personal está sobrecargado. Los insumos, cuando llegan, no alcanzan para el socorro y cuidado de los cientos de heridos que arriban a las instalaciones de Médicos Sin Fronteras. 40 médicos

EL FLACO, LA VIUDA Y EL LOBIZÓN

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Quién se iba a imaginar que un día el hijo del Lobizón se sentaría frente al Flaco Marquez un domingo a la tarde, y con tan extraordinario pedido. El cabello negro, la altura descomunal y los ojos, sobre todo los ojos de un ámbar profundo, le recordaban al Benito. ¡Cuando se enteraran los muchachos! Trataba de ocultar la sonrisa que se le escapaba al recordar esos tiempos. Habían pasado casi 30 años y él guardaba en su alma a aquel muchachito alto y desgarbado que había sido: inocente, simple y trabajador. El mismo que con 17 años, junto con su grupo de amigos, se había metido en un problema que casi termina con un muerto y varios presos. Corría el año 1974 y Ortega no era más que un barrio de unas pocas casas de adobe y techo de palo en medio de grandes terrenos incultivados. Las calles de tierra y piedras perfilaban las manzanas, con alguna que otra luz. La esquina de Castro Barros y Mitre era el punto indiscutido de encuentro. Apenas terminaba la jornada laboral, el Flac

BZZZ

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Comenzó como un zumbido lejano, que atribuyó al motor de las muchas heladeras del negocio. Suave, pero continuo. Lo oía al abrir el local y la acompañaba todo el día. Al principio fue apenas un lejano ulular, como el del viento a través de un caño y no le dio mayor importancia. Al cabo de dos semanas el ruido, que nadie más percataba, le reverberaba en los oídos y le impedía pensar con claridad. Lo escuchaba de fondo en medio de las conversaciones cotidianas mientras atendía y la desconcentraba. Le dolía la cabeza, sentía el cerebro adormecido. La tercera semana empezó a sentir palpitaciones y un sudor frío cada vez que subía al micro para ir al trabajo. Y aún antes de llegar lo escuchaba a lo lejos, como miles de abejas burlándose de ella. Ya vivía en un estado de vértigo permanente que le dificultaba dormir. El sonido la perseguía hasta varias cuadras después de cerrar. Y se sobresaltaba a veces cuando, ya en su casa, le parecía escucharlo. Hizo revisar los motores

EL DESPERTAR DE LA BELLA DURMIENTE

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Habían pasado 117 años y nadie había despertado aún a la Bella Durmiente. Los huesos de aquellos príncipes que se habían aventurado antaño, yacían olvidados entre los espinos que rodeaban los muros del palacio. La familia real, los nobles, los empleados, los animales y hasta las plantas se marchitaban lentamente a la espera de que el hechizo por fin se rompiera. Las mejillas sonrosadas de la hermosa princesa día a día perdían su color y tersura, su belleza se opacaba y los dorados cabellos languidecían largos y cubiertos de polvo. El castillo entero se hallaba suspendido en un suspiro que se debilitaba a medida que el tiempo pasaba y la maldición continuaba atándolos a una suerte tan nefasta. En el pueblo, del otro lado del río, ya nadie recordaba la triste historia de aquella adolescente dormida que esperaba un beso de amor para despertar. Las hadas ya eran parte de la fantasía popular y los pocos príncipes que quedaban preferían faenas menos trabajosas que escalar un muro rod

SUICIDIO CULPOSO

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Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas Soy la única testigo de un crimen que va a cometerse en las inmediaciones de un pequeño bosque, a unos 40 kilómetros de la ciudad más cercana. De llevarse a cabo, nadie se enteraría. No hay forma de comunicarse por teléfono con la policía, ni con Emergencias. Es una tragedia difícil de evitar. Santos no es un hombre normal, es aún demasiado joven para albergar tanta oscuridad y tristeza en su interior. Lo he visto preparar una horca y colgarla de la viga más alta del techo de la cabaña. También una colección desconcertante de pastillas para dormir. Y como si fuera poco, una navaja que ha pasado una hora completa afilando. Creo que aún no decide la mejor forma de concluir su plan. Estoy segura que va a matar a alguien, aunque no sabría decir quién será su víctima. Quizás su padre, que lo maltrató toda su vida. O su mamá, que jamás lo defendió. Dudo que sea su última novia, no llegó a comprometerse del todo, aunque le dolió m

VIAJE ASTRAL

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Hay una edad en la que no se puede elegir, en la que a veces no hay voz suficientemente fuerte, ni mucha credibilidad... adolescencia le llaman. Cora no podía explicar el miedo visceral que se le alojaba en la boca del estómago cada vez que iban a las cabañas de Tupungato que les prestaba uno de sus tíos. Había intentado contarle a sus padres la sensación de asfixia que sentía cada vez que se acostaba, el sopor que la conducía a sueños inquietos e inquietantes de los que le costaba despertar. Iba porque la llevaban, pero le espantaba ese lugar. No había causa visible más que esa presencia que solo ella parecía percibir, y ese aroma dulzón que no correspondía a nada conocido. Había intentado hablar con sus padres, en vano. Mañas, decían. Caprichos. Ese fin de semana largo, el de Pascua, estaba particularmente oscuro y frío, y el miedo inexplicable se le trasladaba a las manos en forma de un temblor incontrolable. Compartía la habitación con sus dos primas, más o me

RENACIDA

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Rota. Fría. Cerrada. Callada. Inconclusa. Usada. Ajada. Maltratada. Violenta. Humillada. Abandonada. Silenciosa. Silenciada. Crítica. Criticada. Dejada. Seca. Insensible. Imposible. Quebrada. Desalmada. Desarmada. Bruja. Traicionera. Traicionada. Gris. Mala. Loca. Desabrida. Aburrida. Solitaria. Hermética. Dañada. Oscura. Oculta. Pequeña. Empequeñecida. Objeto. Adorno. Subestimada. Pobre. Amordazada. Quieta. Ciega. Cegada. Corrompida. Sumisa. Torturada. Adolorida. Revolcada. Espesa. Regurgitada. Ácida. Alimonada. Alicaída. Anestesiada. Sucia. Pintarrajeada. Desconfiada. Desahuciada. Desamorada. Desprogramada. Enferma. Infectada. Contagiosa. Contagiada. Parásito. Insignificante. Invisible. Mentirosa. Defraudada. Olvidada. Tóxica. Caótica. Psicótica. Miedosa. Avergonzada. Impía. Falsa. Mezquina. Fastidiosa. Perezosa. Inconforme. Fracasada. Infeliz. Descompuesta. Destrozada. Manchada. Manipuladora. Manipulada. Espanto. Espantosa. Espantada. Monstruo. Medusa. Morgana. Villana. Espina. De

La Maldición de la Luna

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La sangre brotaba cálida y espesa entre sus dedos. Las heridas del cuello, el pecho y las piernas tardaban en cerrarse y ella se encontraba cada vez más débil. Con dificultad se acercó a la ventana de la casona, la abrió y se dejó caer hacia afuera. El golpe en la espalda y la cabeza la dejaron exánime, mientras las piedras del suelo perforaban su piel. Estaba mareada. Le costaba respirar. Los párpados batallaban por seguir abiertos buscando la Luna que se ocultaba tras las nubes. Solo necesitaba verla. Empaparse de su magia. El resto se solucionaría solo. Oía aullidos a lo lejos. El cachorro había huido y por lo menos esa noche no volvería: La había encontrado desprevenida. Era muy joven aún, aunque su fuerza formidable semejaba la de un adulto entrenado. En cuestión de segundos la había reducido. Y estaba malherida. Lo notaba en los latidos desesperados de su corazón y en los puntos luminosos que le llenaban los ojos. Por su mente pasó aquel otro momento en el que había añor

ANTICUADA

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Clara y Manuel llevan 40 años de casados. Se conocieron en una época de escasas libertades y rígidos esquemas familiares. Manuel fue su primer y único amigo, novio, esposo y hombre. Al principio, un caballero andante de brillante armadura que la despertaba con un beso y se afeitaba todos los días. Nunca olvidaba un aniversario ni le levantaba la voz. Traía flores una vez por semana y salían a cenar una vez al mes, todos los 27. Pero pasaron los años y los hijos no llegaron. La que llegó fue la desilusión, acompañada de silencios, de tedio y desinterés. Mutuamente se culpaban. Mutuamente se excluían. Mutuamente se olvidaban. Manuel adicto a su trabajo, solo volvía a la casa a comer y a dormir. Su esposa, se convirtió en una extraña que le mantenía la comida caliente y las camisas planchadas. Clara, dependiente, sumisa, insatisfecha, se ocupaba meticulosamente del hogar para matar el tiempo que le quedaba entre novela y novela. Eran muy infelices. Un